Claudia González.
jueves, 27 de octubre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
Tiendas de campaña.
De hecho sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace tenemos en Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas. (2 corintios 5:1 NVI)
En mi adolescencia asistí a varios campamentos del club de conquistadores, en estos campamentos dormíamos en tiendas de campaña, algo que a mi me resultaba incomodo, pero de todos modos me gustaba ir, pues allí me encontraba con mis amigos y disfrutaba de su compañía y ocurrencias durante el fin de semana; en cierta ocasión llovió tanto que las tiendas se llenaron de agua y lodo y tuvimos que dormir parados, en otro campamento las tiendas de campaña estaban en un pedregal y cuando nos levantábamos al día siguiente sentíamos dolores en todo el cuerpo, causados por las piedras; cuando estos campamentos terminaban y yo llegaba a mi casa sentía que vivía en un palacio y le daba gracias a Dios por mi cama y por darme la oportunidad de vivir en este tiempo con electricidad, nevera y computadoras.
El versículo que leímos al inicio nos dice que el cuerpo en el que vivimos es una tienda de campaña, es decir que cuando seamos transformados y estemos junto al señor para siempre dejaremos esta tienda de campaña y viviremos en las gloriosas mansiones celestiales, ojala y este campamento terrenal termine pronto y podamos llegar a nuestro hogar donde podremos descansar, donde no habrán ciegos, ni cojos, ni sordos, porque esta tienda de campaña pasará y estaremos en el lugar mas maravilloso, el lugar donde Dios esta, nuestro hogar celestial.
ESTE MUNDO NO ES MI HOGAR.
En mi adolescencia asistí a varios campamentos del club de conquistadores, en estos campamentos dormíamos en tiendas de campaña, algo que a mi me resultaba incomodo, pero de todos modos me gustaba ir, pues allí me encontraba con mis amigos y disfrutaba de su compañía y ocurrencias durante el fin de semana; en cierta ocasión llovió tanto que las tiendas se llenaron de agua y lodo y tuvimos que dormir parados, en otro campamento las tiendas de campaña estaban en un pedregal y cuando nos levantábamos al día siguiente sentíamos dolores en todo el cuerpo, causados por las piedras; cuando estos campamentos terminaban y yo llegaba a mi casa sentía que vivía en un palacio y le daba gracias a Dios por mi cama y por darme la oportunidad de vivir en este tiempo con electricidad, nevera y computadoras.
El versículo que leímos al inicio nos dice que el cuerpo en el que vivimos es una tienda de campaña, es decir que cuando seamos transformados y estemos junto al señor para siempre dejaremos esta tienda de campaña y viviremos en las gloriosas mansiones celestiales, ojala y este campamento terrenal termine pronto y podamos llegar a nuestro hogar donde podremos descansar, donde no habrán ciegos, ni cojos, ni sordos, porque esta tienda de campaña pasará y estaremos en el lugar mas maravilloso, el lugar donde Dios esta, nuestro hogar celestial.
ESTE MUNDO NO ES MI HOGAR.
martes, 9 de agosto de 2011
DIOS ES MAS FUERTE QUE EL CUCO
La otra noche cuando me iba a dormir, escuche un ruido extraño en la ventana de mi habitación, me sentí asustada, creo que eso paso por ver una película de misterio antes de dormir, lo que estuvo mal debido a que esas películas impresionan nuestras mentes y debemos de cuidarnos porque Dios vive en nosotros; esa situación me hizo recordar mi niñez, yo dure una larga temporada teniendo miedo en las noches, siempre veía cosas cuando se apagaba la luz, de ahí viene mi costumbre de dormir arropada de pies a cabeza, ya ni me da ni calor. ¿Cuantas veces tuve que encender el bombillo a media noche porque veía a alguien escondido en el closet o por una sombra rara? Recuerdo que un día me canse de estar de miedosa y entendí que Dios es mas fuerte que el cuco, y que quizás el no chupe sangre como los vampiros, pero con solo decir unas palabras el hizo las estrellas y eso es mas grande, quizás el no tire lodo por los oídos y todas las demás partes como el monstruo del pantano, pero el tiene contado cada uno de mis cabellos y el dice en su palabra que me ama y que me cuida como a la niña de sus ojos, así que como dice el versículo: En paz me acostare y así mismo dormiré porque solo tu Jehova me haces vivir confiado. (salmos 4:8) ahhh! que alivio tener un Dios que es mas fuerte que el cuco.
jueves, 27 de enero de 2011
Nuestro viaje en tren
Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría. Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, nuestros padres, que nos harán conocer el “Gran” viaje hasta alguna parte del camino. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará.
Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.
En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.
Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará.
El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará descender. Pero creo que será hermoso ver continuar el camino de mis hijos. Separarme del amor a la vida será algo doloroso, pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.
Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Me gustaría que pensase que, desembarcar del tren, no es sólo una representación del término de una historia que dos personas construyeron. Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar; y eso es señal de lucha y garra. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros.
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